La familia se fue a Japón por las fiestas y, entre la confusión y el apuro, dejó a Max solo en casa con sus diez añitos. Y eso no es todo: una pareja de vecinos está desesperada por recuperar una reliquia invaluable y trata de entrar a hurtadillas. ¿El pobre y dulce angelito? Tiene un arsenal de trampas desopilantes para ellos. No hay lugar como el hogar, dulce hogar.