Alejandro contrae matrimonio en la casa que sus padres adoptivos construyeron años antes, con el objetivo de vivir juntos. Sin embargo, allí viven ahora el padre y su actual novia. Al enlace acude también la madre biológica del chico, muy religiosa. Por ello, para no tener disgustos, el padre y la madre adoptivos de Alejandro fingirán que siguen felizmente casados y la pareja de Don, el padre, deberá desaparecer un par de días. Esto les obligará a afrontar experiencias del pasado.