El siglo XX está a la vuelta de la esquina. En invierno, San Petersburgo se transforma en un país de las maravillas de cuento de hadas donde los ríos y canales congelados sirven como carreteras heladas y están llenas de patinadores y mercados. La ciudad es el hogar de Matvey, de 18 años, que trabaja como repartidor de patinaje sobre hielo en una panadería local. Hijo de un pobre farolero, su único tesoro son un par de patines plateados que heredó de su padre. Cuando es despedido injustamente, se une a una pandilla de carteristas que trabajan en los canales, liderados por Alex, de mentalidad revolucionaria.