Más de dos décadas después de catapultarse al estrellato con The Princess Bride, una actriz envejecida (Robin Wright, interpretando una versión de sí misma) decide tomar su último trabajo: preservar su imagen digital para un futuro Hollywood. A través de un acuerdo negociado por su agente leal y de largo tiempo y el jefe de Miramount Studios, su alias será controlado por el estudio, y se estrella en cualquier película que quieran sin restricciones. A cambio, recibe una compensación saludable para que pueda cuidar a su hijo enfermo y su personaje digitalizado permanecerá para siempre joven. Veinte años después, bajo la visión creativa del animador principal del estudio, el doble digital de Wright se eleva al estrellato inmortal. Con su contrato expirando, ella es invitada a participar en "El Congreso" convención como ella hace su regreso directamente al mundo del futuro cine de fantasía.